miércoles, 13 de junio de 2012

ORACION DE SANTA CLARA

ORACIÓN A SANTA CLARA


Clara; hija de la luz y espejo de la transparencia,

reflejo de la luna y caricia del sol.
 

Tan Clara y tan pura como el agua,

tan simp0le como la tierra, tan fuerte como la roca

y tan cálida como la madera.


Clara: mujer buena, dulce fruto de Asís,

unción de los olivares, llovizna del cielo

y rocío de misericordia.
 

Clara: mujer bella, perfume de lirio,

color de amapola, esperanza de trigo

Y bendición de jazmín.


Clara: mujer santa, refugio del Señor,

cáliz de amor, morada del Espíritu

Y eco del silencio eterno.


¡Santa Clara!: esposa de Cristo,

plantitas de san Francisco y madre bendita.

¡Ruga por nosotros! Amén.


Fr. Jorge Fernández, OFMConv



LA FUGA DE SANTA CLARA

Asís dormía bajo el beso

claro de la luna llena.

El aire de abril traía

perfumes de primavera.

Un silencio transparente
llenaba calles y almenas;
ni había bulla de rondas
ni diálogos tras la rejas.

En el Castillo Ofreducci
dormía hasta el centinela.
A su lado, junto al banco,
descansaba la ballesta.

Pero mientras todos duermen

Clara permanece aleta…

Clara, la de trenzas de oro

la joven de Asís más bella.


Concertó con fray Francisco

una fuga de epopeya;

la fuga más legendaria
que conoció la Edad Media.


Sin respirar…de puntillas,

baja por las escaleras.

Apenas si siente el aire

pasar por las ropas de seda.


Por el portón….no se atreve,

por si el ballestero la viera.

Piensa en la PUERTA DEL MUERTO

que está atracada de piedras.


No faltaba en casa alguna
la puerta del muerto; era
por donde, el que se moría
                                     era llevado a la huesa.


Clara se sintió asistida
de una enorme fortaleza.
Sus manos suaves y frágiles,
quitaron barros y piedras.

La luna le dio en los ojos
un beso al estar ya afuera.
El viento traía saludos
de lirios y de gardenias.

Una amiga la esperaba,

callada como una muerta.

Las dos, como leves sombras,

huyeron por las callejas.


Francisco envió a sus frailes

a encontrar a las doncellas,

y, entre antorchas encendidas,

las guiaron a la iglesia.


Capilla de la Porciúncula,
                                                                   pequeña entre las pequeñas,
tú fundiste en una sola
las dos glorias más gemelas.


Ante el altar aguardaba

Francisco de Asís…Intensa

emoción plenó el ambiente

de la Porciúncula añeja.

Clara, postrada en el suelo,
presentó las rubias trenzas.
Tembloroso fray Francisco
las cortó con las tijeras.


Así sellaba la virgen
nupcias sublimes y eternas.
Las arras y los anillos,
los dio la dama Pobreza.


 
Francisco y sus caballeros
juraron morir por ella.
La nueva Tabla redonda,
tenía ya su princesa.


El alba que despertaba

los campos, quedó suspensa

cLARAante la más legendaria

FUGA que vio la Edad Media


Fray Román Paraja Días, OFMCap